Animales

 

  Según creemos, Dios creó la tierra, el cielo, las aguas y a sus habitantes. Tanto las religiones como la ciencia sostienen que el último en aparecer fue el humano. Sin embargo, las tradiciones difieren acerca de tal acontecimiento.

 Existe una antigua leyenda, no muy conocida, según la cual un bosque maravilloso, en el principio de los tiempos, estuvo habitado por increibles criaturas conviviendo en perfecta armonía. El león y el ciervo, la serpiente y el búho, la cucaracha y la oveja compartían el sitio en amable vecindad. Los alimentos eran  variados y abundantes y todos estaban satisfechos, incluso los mas feroces carnívoros que aún no practicaban el deleznable hábito de la muerte. La convivencia era feliz y pacífica.

  El primer animal creado por Dios fue la serpiente. Después de dar forma entre sus palmas a un largo cilindro de barro, sopló animándolo con su aliento. Todavía no se le había ocurrido incluir patas en el diseño de las bestias y, por ello, la serpiente debe arrastrarse para ir de un sitio a otro.

  Ella, al principio, estuvo muy contenta de ser quien era, Lpero al ver surgir de la creación divina otras bellas y variadas criaturas, consideró injusta su condición y, decididamente, elevó el reclamo. El creador lo consideró acertado,  y decidió dotarla de los más bellos colores.

  Su nuevo aspecto la contentó durante algún tiempo, pero pronto las plumas del pavo real le parecieron más coloridas, la liebre más veloz y la tortuga mejor protegida. Volvió a reclamar. Entonces, Dios meditó un rato un poco mas largo y al fin comprendió que nada la dejaría contenta si no conseguía apreciar su propia naturaleza. Y se le ocurrió dotarla de inteligencia.

  Al fin, la serpiente estuvo feliz. Se alegró de poder escabullirse confundida entre los matorrales para ver sin ser vista. Agradeció sus flexibles anillos que le permitían trepar hasta las ramas más altas para apreciar el paisaje como un pájaro. Sus colores le permitían compararse con el brillo de las hojas después de la lluvia, y sus dibujos con las formas de las flores. Y se sintió feliz. En realidad, demasiado feliz. Vanidosa, medía sus virtudes con las de los otros animales  y, gracias a su inteligencia, siempre conseguía demostrar su superioridad en cualquier competencia.

  Al principio, las demás bestias soportaban a la presumida, pero después, poco a poco, se empezaron a gestar sentimientos negativos. Envidia, celos, rivalidad.

  Hasta que un día, el águila decidió dar un escarmiento a la engreída. Se elevó muy alto. Más alto que el pico más alto de la montaña más alta. Y desde allí, descendió en picada. En vuelo rasante, consiguió atraparla con su fuerte pico. La presa se debatía, pero el ave alzó el vuelo hasta desaparecer tras las cumbres nevadas.

 

 -¡Se la comió! acusó la grulla. El resto de las bestias, cuando pudieron salir de su estupor, coincidieron con ella.

Sin embargo, no encontraban una explicación para la escena.  ¿Por qué un animal devoraría a otro en un mundo pacífico y feliz?

  Se organizó un cónclave. Después de debatir toda la tarde se lo explicaron asi: El águila había devorado a la serpiente con el fin de incorporar para sí su belleza e inteligencia.

  Pero eso no era cierto. El águila abandonó a su rehén en lo alto una montaña para escarmentarla, pero sin producirle ningún daño.

  Por eso se sintió muy ofendida frente a la injusta acusación. La indignación le inspiró palabras muy brillantes, pero a nadie consiguió convencer de su inocencia. La elocuente defensa mas bien confirmaba el pecado y todos la creyeron culpable. Después de todo, la única capaz de tal oratoria era la víctima. Y como la serpiente no pudo encontrar el camino de vuelta, se la supuso muerta, confirmando las sospechas de los habitantes del bosque.

 

 

  En dicho convencimiento estaban cuando cayó la noche. Fue la más terrible. Nadie durmió y muchos no despertaron nunca.

  Creyendo que al devorar a sus envidiados vecinos los envidiosos incorporarían sus cualidades, las bestias se destrozaron unas a otras.

  Por la mañana, el bosque se había transformado en un carnicería.

  Al despertar, Dios se sintió asombrado por el silencio. Y cuando pudo comprobar el atroz destino de sus criaturas, lo invadió una terrible pena. Lloró mucho tiempo. Días enteros o, tal vez, siglos. Cuando al fin consiguió desahogarse, decidió comenzar de nuevo.

  Pensó mucho y llegó a la conclusión de no haber sido justo al repartir sus dones. Debió haber distribuido inteligencia entre todas sus criaturas. Les era necesaria para valorar los dones que les había otorgado.

  Por ello, devolvió la vida a los animales muertos. A la mañana siguiente, despertaron todos sin recordar lo ocurrido.

  Pero también los consideró merecedores de un castigo por su abyecta conducta. Y por eso, les quitó la belleza.

 Plumas, pieles, garras, colmillos, aletas, caparazones y escamas brillantes, desaparecieron.

  Al asomarse, el sol iluminó el rostro de un nuevo ser. Completamente pelado, frágil, inestable, temeroso, intentando erguirse sobre sus patas traseras, había nacido el Ser Humano.

 En su expresión se percibía inteligencia, pero también angustia. Es que podía escuchar, debatiéndose, al animal atrapado detrás de sus costillas. Su belleza estaba perdida para siempre o, al menos, hasta hacerse nuevamente digno de ella.

  Para la serpiente, el castigo fue aún más doloroso, porque posee un don muy especial, debido al cual es temida y buscada por todos. Transformada en una bella bruja, aunque nadie consigue asomarse a su mirada opaca, ella puede ver al animal atrapado en cada uno con sólo mirar sus ojos. 

 Observando a los otros incrementó su inteligencia y adquirió gran sabiduría.

  Vive de las monedas obtenidas por descubrir, para los demás, el secreto oculto en sus almas esperando que, algún día, alguien perciba, bajo su piel amarillenta, los colores y el brillo del  origen. Ha envejecido, pero conserva la esperanza. Incansablemente, en todas las pupilas busca al águila para preguntarle cuál es el camino que la llevará de vuelta al hogar.

 

 

 

Comentarios

Entradas populares de este blog